La llegada de un hijo transforma la vida… y también la relación de pareja. Cambian las rutinas, las prioridades, el descanso y hasta la forma de mirarse. Muchas parejas sienten que el vínculo se debilita en esta etapa, pero con conciencia y pequeños gestos diarios, es posible mantener viva la conexión incluso en medio del caos.
Entender que el cambio es normal
Los primeros años de crianza demandan energía física y emocional. Algunas situaciones comunes que afectan la relación:
- Falta de sueño.
- Menos tiempo a solas.
- Nuevas responsabilidades.
- Dificultades para comunicarse sin interrupciones.
- Diferencias en estilos de crianza.
Reconocer estas tensiones sin culpas es el primer paso para cuidar la relación.
La pareja también necesita cuidados
Así como cuidás al bebé, también hay que cuidar el vínculo. Algunas ideas simples:
- Saludar con un beso al comenzar y terminar el día.
- Agradecer los esfuerzos cotidianos.
- Tener momentos breves a solas (aunque sean 10 minutos).
- Compartir una serie, una comida o un paseo cuando sea posible.
Pequeños gestos sostenidos hacen una gran diferencia.
Repartir las tareas con equidad
Una de las principales fuentes de conflicto es la desigualdad en la carga doméstica y de cuidado. Para evitar tensiones:
- Conversen sobre la distribución de tareas.
- Sean flexibles, pero justos.
- Valoren el trabajo invisible (lavar ropa, consolar al bebé, coordinar citas).
Una pareja que coopera, se fortalece.
Mantener el diálogo abierto (incluso cuando cuesta)
La comunicación es esencial, aunque no siempre fluida. Algunos consejos:
- Busquen momentos tranquilos para hablar.
- Eviten reproches y usen frases en primera persona (“siento que…”, “me gustaría que…”).
- Escuchen sin interrumpir ni juzgar.
- Hablen también de lo positivo, no solo de lo que falta.
Recuperar la intimidad paso a paso
La vida sexual también cambia, y es importante hablarlo sin tabúes:
- No hay tiempos “correctos” para retomar la sexualidad.
- El deseo puede fluctuar y está bien.
- La ternura, el contacto físico y la complicidad emocional son parte de la intimidad.
Crear un espacio libre de presiones ayuda a reconectarse desde el afecto.
Apoyarse en red
Tener ayuda externa (familia, amigas, niñera) permite liberar tiempo para la pareja. Pedir ayuda no es fallar, es reconocer que no pueden hacerlo todo solos.
La pareja como base emocional
Una pareja fuerte no es la que no discute, sino la que atraviesa los conflictos con respeto. Cuidar el vínculo entre adultos también es una forma de cuidar a los hijos: ellos aprenden sobre amor, empatía y resolución de conflictos viendo a sus padres.