La culpa parece instalada como parte del paquete de ser madre. Culpa por no estar, por estar demasiado, por gritar, por no jugar lo suficiente, por trabajar, por no trabajar, por querer un descanso… La maternidad está atravesada por un mandato imposible: ser perfecta. En este artículo te acompaño a mirar esa culpa con compasión, entender su origen y transformarla en algo más saludable.
¿Por qué sentimos tanta culpa?
La culpa materna surge de una combinación de factores:
- Expectativas sociales irreales.
- Comparación constante con otras madres.
- Falta de apoyo o red de contención.
- Autoexigencia y miedo a fallar.
Vivimos en una sociedad que idealiza a la madre sacrificada, omnipresente, incansable. Pero esa madre no existe.
Reconocer la culpa sin juzgarla
La culpa, como emoción, tiene una función: señalar que algo nos importa. Pero si se vuelve crónica, bloquea, paraliza y nos desconecta de nuestra intuición.
Primer paso: identificarla
Preguntate:
- ¿De dónde viene esta culpa?
- ¿Es mía o aprendida?
- ¿Qué expectativa me estoy exigiendo cumplir?
Segundo paso: validar lo que sentís
No niegues ni minimices tu malestar. Permitite sentir sin juzgarte.
La maternidad real no es perfecta
Es humana, imperfecta, llena de aciertos y errores. Tus hijos no necesitan una madre sin fallas. Necesitan una madre que los ame, los mire y los acompañe, incluso cuando comete errores.
Lo que podés hacer con la culpa
1. Cambiar culpa por responsabilidad consciente
En lugar de castigarte, pregúntate:
¿Qué puedo hacer diferente la próxima vez?
¿Qué aprendí de esta situación?
2. Hablar con otras madres
Compartir lo que sentís alivia y normaliza. No estás sola. Otras también dudan, lloran, se sienten culpables y se levantan al día siguiente para volver a intentarlo.
3. Cuidar tu diálogo interno
Evitá frases como “soy un desastre”, “no sirvo como madre”.
Probá con:
- “Estoy haciendo lo mejor que puedo.”
- “Hoy fue un día difícil, merezco descanso.”
- “No necesito hacerlo todo perfecto para ser una buena madre.”
4. Establecer tus propios criterios
No todo lo que lees, ves o escuchás aplica a tu familia. Priorizá lo que funciona para ustedes, no para las redes sociales.
La importancia del autocuidado
Muchas veces la culpa aparece cuando postergamos nuestras propias necesidades. Cuidarte no es egoísmo, es salud emocional. Una madre que se cuida, se escucha y se permite descansar, es una madre más disponible y presente.
Modelar autocompasión
Cuando te tratás con amor, enseñás a tus hijos a hacer lo mismo consigo mismos. Y eso vale más que cualquier manual de crianza.