Enseñar a los niños a identificar, expresar y gestionar sus emociones es uno de los pilares de una crianza respetuosa. Hablar de lo que sienten les ayuda a construir una autoestima sólida, desarrollar empatía y tener mejores vínculos. Pero, ¿cómo hacerlo desde los primeros años de vida, cuando aún no tienen palabras para todo lo que experimentan? En este artículo, te comparto estrategias para acompañarlos emocionalmente desde el diálogo cotidiano.
Por qué es importante hablar de emociones
- Les ayuda a entender lo que sienten.
- Disminuye la intensidad de las rabietas y frustraciones.
- Fomenta la confianza y la comunicación con los adultos.
- Previene futuros problemas de conducta o salud mental.
Un niño que sabe lo que siente, puede pedir ayuda sin miedo.
Desde qué edad empezar
Desde el nacimiento. Aunque no hablen, los bebés perciben las emociones y necesitan que los adultos:
- Pongan en palabras lo que ocurre.
- Les acompañen con tono calmo y afectuoso.
- Sean modelos de expresión emocional saludable.
Cómo empezar a hablar de emociones
1. Nombrá lo que sentís vos
“Estoy un poco cansada, necesito descansar.”
“Estoy feliz porque estamos jugando juntos.”
Los niños aprenden observando. Si vos hablás de tus emociones, ellos también lo harán.
2. Observá y poné en palabras lo que le pasa
“Estás llorando, ¿será que estás frustrado porque no salió como querías?”
“Te veo contento, te gustó mucho ese juego, ¿verdad?”
Validar no es justificar todo, pero sí reconocer que lo que siente es real.
3. Usá libros, cuentos y juegos
Los personajes permiten hablar de emociones sin que se sientan expuestos. Preguntá:
“¿Qué creés que sintió ese personaje?”
“¿Qué harías vos si te pasara eso?”
4. Nombrá emociones más allá de “bueno o malo”
- Tristeza
- Miedo
- Sorpresa
- Enojo
- Vergüenza
- Alegría
Todas son válidas. Ninguna debe ser reprimida, sino acompañada.
5. Ayudalo a identificar su cuerpo
“¿Tu pancita se pone dura cuando te enojás?”
“¿Te dan ganas de llorar cuando estás triste?”
Así aprende a reconocer señales internas y actuar con más conciencia.
Qué hacer durante una emoción intensa
- Acompañar con calma: tu tranquilidad regula la suya.
- Nombrar: “Estás muy enojado, y está bien sentir eso.”
- No intentar razonar en medio del pico emocional. Esperá.
- Ofrecer contacto si lo acepta: un abrazo, estar cerca, respirar juntos.
Qué evitar
- Decir “no es para tanto”.
- Burlarse de su reacción.
- Castigar por lo que siente.
- Minimizar: “Los grandes no lloran”, “Eso es de nenas”.
- Usar la emoción como forma de control (“si hacés eso, me voy a enojar”).
Herramientas útiles
- Tarjetas con emociones.
- Termómetro emocional (dibujado o de juguete).
- Diario emocional o dibujos libres.
- Juegos de mesa sobre emociones (para mayores de 3 años).
- Cuentos como “El monstruo de colores” o “Cuando estoy celoso”.
Hablar de emociones fortalece el vínculo
Cuando un niño sabe que puede contar lo que siente sin ser juzgado, confía. Se siente visto, escuchado, amado. Y eso es lo que verdaderamente educa.