La frustración forma parte natural del crecimiento. Aprender que no siempre se puede ganar, que no todo sale como uno quiere o que hay que esperar, es parte del camino hacia la autonomía emocional. Sin embargo, como adultos, muchas veces sentimos el impulso de evitarles cualquier malestar. En este artículo, te muestro cómo acompañar la frustración infantil con empatía, sin caer en la sobreprotección.
¿Qué es la frustración?
Es la emoción que aparece cuando el niño no logra algo que desea: armar un juguete, terminar un dibujo, ponerse los zapatos, esperar su turno, perder un juego, etc.
La frustración no es un problema a eliminar, sino una oportunidad para:
- Aprender a tolerar el malestar.
- Desarrollar recursos internos.
- Construir perseverancia y resiliencia.
Por qué no debemos evitar toda frustración
Cuando intervenimos para “salvarlo” siempre:
- Impedimos que descubra su capacidad de resolver.
- Le transmitimos que no puede solo.
- Generamos una baja tolerancia a la frustración a largo plazo.
- Le privamos de experiencias que fortalecen su autoestima.
Acompañar no es hacer por él, es estar cerca mientras lo intenta.
Cómo acompañar la frustración de forma respetuosa
1. Validá lo que siente
“Veo que te enojaste porque no salió como querías.”
“Estás frustrado, y eso es normal cuando algo cuesta.”
Nombrar y permitir la emoción es el primer paso.
2. Mantené la calma
No respondas con enojo al enojo. Tu regulación emocional es modelo y contención.
3. No soluciones de inmediato
Antes de intervenir, preguntá:
“¿Querés que lo intentemos juntos?”
“¿Te ayudo o preferís seguir vos?”
Dale espacio para volver a intentar.
4. Elogiá el esfuerzo, no solo el resultado
“Te vi intentarlo muchas veces, ¡eso es perseverancia!”
Esto refuerza su seguridad interna.
5. Usá el juego como herramienta
A través del juego simbólico, el niño procesa situaciones frustrantes y encuentra salidas creativas.
6. Permití el error
Equivocarse no es fallar: es aprender. No corrijas todo, dejá que explore, que pruebe, que descubra.
Qué evitar
- Minimizar (“no es para tanto”).
- Burlarte o imitar su reacción.
- Apurarlo a calmarse.
- Reemplazar su esfuerzo (“yo lo hago, así terminamos más rápido”).
- Gritar, amenazar o castigar.
Frustración según la edad
- 1 a 3 años: berrinches frecuentes. Acompañar sin exigir control emocional.
- 3 a 5 años: empieza a entender límites, pero necesita mucha guía.
- Desde los 6 años: se puede reflexionar después del episodio, hablar sobre lo que sintió y cómo actuar la próxima vez.
Frases que ayudan
- “Podés estar enojado, yo estoy acá.”
- “Cuando te sientas listo, lo intentamos otra vez.”
- “No todo sale a la primera, y eso está bien.”
- “A veces lo que más cuesta es lo que más nos enseña.”
Acompañar no es evitar
Tu presencia amorosa, tu confianza en su capacidad y tu disponibilidad emocional le enseñan que puede atravesar la frustración sin quebrarse y sin estar solo.