Las primeras rabietas suelen aparecer entre los 12 y los 24 meses, cuando el niño empieza a desarrollar su autonomía, pero aún no tiene las herramientas para gestionar sus emociones. Son intensas, a veces impredecibles, y pueden generar frustración en los adultos. Sin embargo, con comprensión y respeto, estas situaciones pueden transformarse en oportunidades para educar en calma. En este artículo te cuento cómo acompañar las primeras rabietas de manera amorosa y firme.
¿Qué es una rabieta?
Es una expresión emocional intensa ante una frustración. Puede incluir:
- Llanto incontrolable.
- Gritos.
- Negativa a moverse o cooperar.
- Golpes o tirarse al suelo.
No es manipulación ni capricho: es una respuesta natural de un cerebro inmaduro que necesita ayuda para autorregularse.
Por qué suceden
- El niño quiere algo y no puede obtenerlo.
- Está cansado, hambriento o sobreestimulado.
- No logra expresar lo que siente con palabras.
- Busca afirmar su independencia.
La rabieta es su forma de decir “me pasa algo que no sé manejar”.
Qué hacer durante la rabieta
✅ Mantener la calma
Tu serenidad es el ancla. Respirar profundo, agacharte a su nivel y hablar despacio ayuda más que gritar.
✅ Validar lo que siente
“Estás muy enojado porque querías eso, ¿verdad?”
Nombrar la emoción no la agrava, la organiza.
✅ Estar presente
No hace falta razonar ni explicar demasiado en ese momento. Basta con acompañar con el cuerpo y la mirada, sin amenazas.
✅ Evitar castigos o humillaciones
Avergonzarlo, pegarle o aislarlo solo aumenta su desconexión. Necesita contención, no miedo.
Qué no hacer
- Gritar o perder el control.
- Ceder para que “deje de llorar”.
- Minimizar: “no es para tanto”.
- Ridiculizar o grabar el momento.
- Amenazar con abandonarlo o con castigos extremos.
Estos recursos pueden detener la conducta momentáneamente, pero dañan la relación y no enseñan autorregulación.
Qué hacer después de la rabieta
- Abrazarlo si lo permite.
- Nombrar lo que pasó: “Te enojaste porque no pudiste…”
- Reforzar que estás disponible: “Estoy acá para ayudarte”.
- Enseñar formas de expresar lo que siente: con palabras, gestos o dibujos.
Prevenir rabietas (cuando es posible)
- Anticipar cambios de actividad: “En 5 minutos guardamos los juguetes”.
- Dar opciones simples: “¿Querés esta ropa o esta otra?”
- Respetar rutinas de sueño y comida.
- Evitar sobrecargarlo con estímulos o planes.
Aun así, habrá rabietas. Y está bien. Forman parte del desarrollo emocional.
Límite + empatía = crianza respetuosa
Acompañar no significa permitir todo. Podés decir “no” con firmeza y cariño al mismo tiempo:
“No podés pegar. Si estás enojado, podés gritar o golpear el almohadón. Estoy acá para ayudarte.”
Esto enseña que sus emociones son válidas, pero hay formas seguras de expresarlas.